martes, 18 de octubre de 2011

Machine Head: SANGRE SANTA


Según la biblia, una plaga de langostas azotó Egipto y arrasó con todos los árboles, cultivos y plantas ocasionando desastres de proporciones…eh, bueno, bíblicas. En su nuevo disco Machine Head combate al fuego con más fuego y le hace frente al desagradable insecto y a todo aquel que se interponga en su camino. Ojo por ojo… y sangre por sangre.

Cuando los paleontólogos de alguna lejana galaxia encuentren los restos de esta civilización, de alguna forma, notarán que fuimos nostálgicos. Y los metaleros, esa hermosa raza que festeja golpeándose con sus pares, no pudimos escapar a la premisa “todo pasado fue mejor”. Siempre preferimos los primeros discos, les pedimos a nuestras bandas favoritas que hagan los temas más viejos y amamos que se celebren los aniversarios de alguna antigua placa que se editó cuando el CD ni siquiera era el formato líder de consumo. Machine Head no fue la excepción, su álbum debut “Burn My Eyes” (1994) siempre fue visto como la piedra angular de la discografía del cuarteto oriundo del área de la Bahía de San Francisco. Todo lo que vino después siempre fue visto y criticado por no alcanzar el nivel del primer disco. Cada intento nuevo fue, generalmente, masacrado por la crítica especializada. De alguna manera, la banda de Robb Flynn fue despreciada, generalmente sin mayor justificación. Se solía decir que en “The More Things Change” (1997) el cantante copió la técnica de Burton C. Bell de Fear Factory –un maestro en eso de cantar podrido/limpio- pero la realidad es que Flynn ya había incursionado en ese terreno en el álbum anterior. Con “The Burning Red” (1999) se cansaron de pegarles y es verdad que ellos dieron motivos: contrataron a Ross Robinson para grabar en el Indigo Ranch y como era obvio, salieron sonando muy similar a lo que era el por entonces llamado Nü Metal. El cantante se animó a rapear en un par de canciones, y listo, con todo eso ya fue suficiente para que caigan los misiles. Es verdad que toda la movida sonó a que se trataba de una banda desesperada por subirse al tren del género más popular de esa época, pero no es menos cierto que las composiciones tenían un notable nivel . A pesar de todo, la banda siempre se las arregló para tener buenas ventas, lograr conseguir lugares importantes en los festivales europeos y mantener una base de seguidores. Con “Supercharger” (2001), su álbum más flojo, las ventas decayeron considerablemente y se generaron tantos conflictos con el sello al punto de que tras una ardua negociación fue la propia banda la que le pidió a su compañía, Roadrunner, terminar el contrato que los ataba en EE.UU. Las drogas estuvieron siempre presentes, provocando peleas, despidos, cambios en el rumbo artístico y problemas varios. Y para colmo, el líder Robb Flynn fue el que más las disfrutó, primero, y el que más las sufrió luego. Fumó Crack, tomó Cocaína, se picó con Heroína y usó Ketamina. Tuvo sobredosis, cayó preso. Todo eso mezclado con depresión, bulimia, y el shock que le produjo enterarse que había sido adoptado y que su nombre en realidad era Lawrence Matthew Cardine. Y su banda, su escape, nunca lograba tener una formación estable. Oh sí, los malditos cambios de integrantes. Se fue Tony Costanza, llegó Chris Kontos para la batería. Se fue Kontos y llegó Dave Mclain. Se fue Logan Mader y llegó el violero Ahrue Luster. Se Fue Dave Mclain y volvió a las 2 semanas. Se fue Luster y no llegó nadie. Como trío tomaron la decisión más acertada de su carrera: dejar de mirar que estaba sucediendo en el mundo de la música contemporánea y compusieron “Through the Ashes of the Empire”, en donde mezclaron los elementos que hicieron de Machine Head esa banda nunca aceptada por la prensa y amada/odiada por los fans, pero sacando a relucir su costado más pesado. Y ahí, al fin, hubo un quiebre.

Hace casi una hora que el puto teléfono no suena y hace casi una hora que el puto teléfono debiera haberlo hecho. Robb Flynn tiene que comunicarse con Jedbangers para promocionar su segunda visita a Buenos Aires, que los tendrá tocando en el Teatro de Flores con Sepultura compartiendo cartel. Finalmente se oye el bendito ruido que se hacía rogar y se lo escucha a Robb, con su voz profunda y grave, llamando desde su casa en San Francisco.

Esta será la segunda vez que Machine Head toca en Argentina. Ha pasado un largo tiempo desde que estuvieron acá en Obras en 1995. ¿Cómo se sienten respecto de este… bueno, primer tour sudamericano?

¡Sí, el primero! La otra vez no fue una gira, sólo un par de shows. Estamos todos muy entusiasmados. Realmente pasó mucho tiempo y poder volver con Sepultura, es algo enorme. Sepultura es una banda que tuvo una influencia gigante en Machine Head… ellos fueron la razón por la cual quisimos firmar nuestro primer contrato con Roadrunner Records. La verdad es que no recuerdo demasiado sobre la primera vez que fuimos a tocar a Buenos Aires, yo estaba muy enfermo y tenía una lesión en la espalda, pero me acuerdo que el show en sí mismo fue fenomenal. Simplemente increíble. La gente cantaba la letra de las canciones realmente fuerte… ¡cantaban canciones en el medio de nuestras canciones! (risas) Así que para responderte, sí, estamos muy entusiasmados.

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