viernes, 18 de febrero de 2011

MAGIC KINGDOM – SYMPHONY OF WAR


Tercera obra de MAGIC KINGDOM, uno de los proyectos del guitarrista belga Dushan Petrossi. En 1999 editaron un más que desastroso The arrival, que tuvo continuación con un algo más logrado Metallic tragedy en 2004. En ambos contaba con Max Leclercq a la voz.

Por suerte, para esta nueva obra ha prescindido de Max para dar entrada al sensacional Olaf Hayer (LUCA TURILLI, DIONYSUS, SYMPHONITY…). La banda ha quedado de la siguiente manera: Dushan Petrossi (guitarra), Olaf Hayer (voz), Vassili Moltchanov (bajo), Phil Giordana (teclados), Freddy Ortscheid (batería) y Roma Siadletski (voz extrema).

La producción ha corrido a cargo de Uwe Lulis (ex-GRAVE DIGGER y ex-REBELLION), realizando un sensacional trabajo.

Hemos de partir de la base que Dushan Petrossi se debe creer hijo carnal de Yngwie Malmsteen, por que si no es difícil entender su obsesión por emular a éste. Hasta en las poses de las fotos te parece estar viendo al sueco. Si en su otra banda, IRON MASK, Dushan se vuelve loco en el intento de imitar a su ídolo, con MAGIC KINGDOM parece que intenta separarse un poquito de esta influencia, imprimiendo un tono mucho más épico a sus composiciones. Tanto se esfuerza en ello que, si le sumamos la característica voz de Hayer, nos acercamos descaradamente a RHAPSODY/LUCA TURILLI. No obstante, esto no quiere decir que Petrossi no sea un virtuoso privilegiado.

Resumiendo, Symphony of war nos ofrece una combinación de velocidad guitarrera, acompañada de un galopante doble bombo y unos coros épicos trabajados al máximo, regados con la exquisita voz del alemán Olaf Hayer. Según ellos mismos lo califican: “Symphonic Power Metal”.

El despliegue comienza con la veloz “Symphony of war” que pone directamente las cartas sobre la mesa y nos muestra el camino que va a seguir toda la obra. Desde este primer momento, la voz de Hayer te atrapará y te hará disfrutar de su versatilidad infinita.

“We rise” y “Million sinners world” continúan por la senda anterior, pero incorporan un toque de originalidad con la voz extrema de Roma Siadletski acompañando a Olaf Hayer en coros y distintos pasajes.

La extensa “Evil magician” es la conjunción de los planetas powermetaleros hecha canción. No le falta de nada. Ritmo endiablado, virtuosismo neoclásico guitarrero a raudales, cambios de ritmo imposibles, coros épicos hasta el infinito y una voz increíble. Impresionante.

“In the name of heathen gods” continúa por la misma senda y nos lleva a la sensacional “Monte Cristo”, donde los teclados toman todavía más protagonismo, compartiendo lucha con la guitarra al más puro estilo Malmsteen, al igual que en “I´m Lionheart”. Es en esta última donde más evidente se hace la idolatría hacia Yngwie por parte del belga.

“Sleeping beauty” empieza con un alarde de virtuosismo para convertirse en una ampulosa y casi adormecedora balada. Por suerte “No mercy for the enemy” nos saca del sopor con otro trepidante ritmo a doble bombo y un Olaf Hayer sensacional.

La obra se cierra con “Unholy Abyss”. Su inicio nos sorprende con la voz extrema de Roma Siadletski, de nuevo. Cierre a cien por hora para no desentonar.

Buen trabajo, muy recomendado a los amantes del estilo y de los grupos que se han nombrado en esta reseña. Destacable por encima de todo la labor de Olaf Hayer.

La edición especial del disco trae como bonus: Metallic tragedy – Chapter 2: The holy pentalogy. Se trata de la continuación de la canción de trece minutos que incluían en su anterior disco, donde se experimentaba al mezclar voces de distintos estilos en una obra de carácter épico.

En esta ocasión, en vez de una canción, Petrossi ha desarrollado una ópera de media hora de duración dividida en cinco capitulos, pero con la misma filosofía: unir los distintos registros vocales que habitan en la galaxia del metal.

Voces de Black Metal, Death metal, voz soprano, voz de barítono y la voz clásica de Olaf Hayer se entremezclan en una obra conceptual que no termina de convencer. Demasiada mezcla en una pieza que realmente está destinada a los amantes del power más puro. Puede llegar a hacerse verdaderamente cargante y sólo las partes protagonizadas por Hayer salvan este segundo intento de hacer algo distinto por parte de Petrossi, quizá demasiado obsesionado por distanciarse de su ídolo.

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